La gran ambición: Enrico Berlinguer, el comunista necesario (***)

Hace no tanto, en 2022, era Marco Bellocchio el que llamaba la atención (otra vez) sobre el hecho que a su juicio lo cambió todo: el asesinato en mayo de 1978 del democristiano Aldo Moro por las Brigadas Rojas. Su serie monumental Exterior noche continuaba su investigación del mismo acontecimiento inicada en la película Buenos días, noche tiempo atrás. Según el director italiano, la muerte del político conservador no solo acabó con el que iba a ser el mayor experimento político, llamémoslo así, que habría podido vivir la Europa dividida en dos bloques. También, a su juicio, terminó con el propio concepto de política como ejercicio útil para la sociedad y finiquitó la idea de unos partidos políticos al servicio del bien común. Para no perderse, el cristiano y amigo personal del papa Pablo VI, Aldo Moro, fue el único en su partido en respaldar la idea del comunista Enrico Berlinguer del Compromiso Histórico, lo que significaba de facto la conjunción solidaria de comunistas y cristianodemócratas en el Gobierno ante la evidencia de la crisis económica, social y política.
Pues bien, La gran ambición, del documentalista Andrea Segre, se detiene en el mismo instante de la historia de Italia y del mundo, pero desde el otro lado de la mesa. Esta vez es el carismático Berlinguer el que guía los pasos de una historia que habla de diálogo entre adversarios, de entendimiento en un mundo polarizado, de comprensión, de lo que hoy se da en llamar empatía, de discrepancia frente a las opiniones comunes (por vulgares), de valentía, de elegancia y, ya se ha dicho, de política útil y, por ello, necesaria. Se pueden plantear argumentos más pertinentes ahora mismo, pero lleva un buen rato dar con ellos.
Fiel a sí mismo, el fino observador Segre deja que la temperatura moral y estética de la película la dicte las imágenes de época, los documentos que configuran no tanto el espacio de la realidad, como el lugar en el que reside la memoria de esa misma realidad. El matiz importa. Sobre toda una apretada colección de momentos históricos, sobre las manifestaciones, proclamas, mítines y huelgas de entonces, La gran ambición confecciona en forma de docudrama una especie de biopic sin ofender, de drama histórico sin exagerar. Sorprende una vez más el trabajo perfecto de Elio Germano en la piel del diminuto comunista con el alma gigante y emociona el tamaño desconsiderado de un fracaso que aún hace daño y que, por lo que sea, se antoja exactamente el mismo fiasco que nos ocupa hoy.
La gran ambición discurre por la pantalla como una especie de elegía hipnótica, como un poema trágico, como una premonición dictada desde el pasado para advertirnos de un futuro que huele y duele a presente. En su modestia de taquígrafa aplicada, pocas películas se pueden imaginar más certeras, más oportunas, más trágicas.
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Dirección: Andrea Segre. Intérpretes: Elio Germano, Paolo Pierobon, Roberto Citran, Stefano Abbati. Duración: 123 minutos. Nacionalidad: Italia.
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