Devuélvemela: el terror cortado a cuchillo (****)

La han vuelto a hacer. Hace unos años los hermanos Philippou, dos australianos angelicales con cara de ex presidiarios redimidos (o no tanto), sorprendieron a la propia oscuridad con una película esencialmente oscura. Háblame, inspirada en la crueldad zopenca y gratuita de los retos virales, era una cinta de adolescentes, pero algo más. También era un salto al vacío que durante unos instantes suspendía el aliento del espectador haciendo bueno aquello de Lovecraft de "ni siquiera puedo insinuar cómo era, porque era un compuesto de todo lo que es impuro, pavoroso, indeseado, anormal y detestable". Ahora, un paso más allá y con dos gramos añadidos de inmadurez sobrevenida, la idea es insistir y reconvertir un lugar común del ámbito familiar del terror (antes fue una ouija infantil, ahora la posibilidad de regresar de entre los muertos a un ser querido) en un auténtico dolor de retinas. Suena tremendo, quizá exagerado, pues esperen a ver la escena del cuchillo.
Dos hermanos --él, adolescente y ella, aún una cría-- quedan solos en este mundo que, la verdad, mucho sentido no tiene. La orfandad, ya saben, siempre generó sentimientos tiernos y pensamientos turbios. Los servicios sociales les colocan en casa de una mujer de apariencia adorable. Que la señora en cuestión esté interpretada por Sally Hawkins es a la vez una garantía y un aviso. La capacidad de esta actriz para modular en una fracción de segundo un gesto que va de la más honda ternura al más terrorífico de los caos es difícilmente comparable con nada que no sea terrible, muy terrible. Pronto, las piezas empezarán a no encajar del todo. Un niño (otro, un tercero) pasea por la nueva casa con expresión ausente. ¿Pero no vivía sola la mujer? Y ese extraño vídeo en ruso que el personaje de Hawkins ve una y otra vez, ¿qué es exactamente? ¿qué significa? ¿Pero el VHS existe todavía?
Los directores extienden sus argumentos sobre la mesa o, mejor, sobre los temores más íntimos del espectador y dejan que sea éste el que configure su propio universo de miedos, soledades y tristezas. Lo que surge de la pantalla es una película que, a medida que avanza, se densifica en el pecho, hasta que una sensación envolvente, espesa y sencillamente irrespirable se apodera de cada rincón de la mirada. Devuélvemela (así, en imperativo urgente) es una película que habla de la injusticia del dolor, del absurdo del sufrimiento, de lo insoportable de la pérdida de un ser querido. Pero, sobre todo, es una película construida sobre la fe en la imagen, en el gesto cinematográfico, para levantar un mundo inquietante, pavoroso e irrenunciable. Los hermanos Philippou la han vuelto a hacer. El año esperaba su película de terror y ya la tiene. Todo un placer para unas cuantas noches de insomnio. Y la escena del cuchillo, por dios.
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Director: Danny Philippou, Michael Philippou. Intérpretes: Sally Hawkins, Billy Barratt, Sora Wong, Jonah Wren Phillips. Duración: 99 minutos. Nacionalidad: Australia.
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