Los cimientos de Alejandría se tambalean, erosionados por la crisis climática
La relación que mantiene Alejandría con el mar es profunda y complicada. La ciudad egipcia, la más densamente poblada de la cuenca meridional del Mediterráneo, es muy estrecha y alargada y toda ella se orienta hacia la costa, a veces bendecida, a veces condenada a no poder distanciarse demasiado del agua.
El Mediterráneo se deja sentir en toda la ciudad. La marea de vehículos que circula por su kilométrico paseo marítimo contrasta con la calma de la gente que se sienta en sus rompeolas. El mar se filtra igualmente hacia sus entrañas, con mercados de pescado y restaurantes de marisco difíciles de encontrar en el interior de un país eminentemente desértico. También está presente en sus ruinas romanas, vestigios andalusíes, edificios de arquitectos italianos y clubes griegos.
Alejandría, sin embargo, también es una de las ciudades de África con un mayor hundimiento del suelo y una de las más expuestas del planeta a los efectos del cambio climático, incluida la subida del nivel del mar y el aumento de las tormentas y los ciclones. Esta combinación resulta especialmente preocupante porque más de la mitad de sus zonas residenciales son barrios informales cercanos al agua, donde decenas de edificios ya están empezando a ceder.
“Alejandría, ciudad de Alejandro Magno, es una de las primeras grandes ciudades históricas que está empezando a derrumbarse parcialmente en la historia moderna bajo el impacto del cambio climático”, deslizan la experta en transformación del paisaje costero Sara Fouad y el científico espacial Essam Heggy, que han estudiado el fenómeno. “Y es probable que el ritmo del colapso aumente notablemente si no se adoptan pronto medidas de mitigación”, advierten.
Una ciudad entre aguasAlejandría ya se había encontrado ante una encrucijada parecida en la Antigüedad, cuando era más famosa por su imponente faro —una de las siete maravillas del mundo antiguo— y su célebre biblioteca. De hecho, partes del barrio real y otras zonas de aquella Alejandría fueron devoradas entonces por el mar debido a causas naturales como maremotos. Y muchos de sus restos siguen descansando a día de hoy en su lecho marino, señal de esa lucha milenaria.
Alejandría está en una posición privilegiada del delta del Nilo, enclavada entre un lago en el sur y el Mediterráneo en el norte. Esta ubicación, sin embargo, se ha convertido con los siglos en una pinza peligrosa. La ciudad no puede recular pese a que se hunde por el efecto de fuerzas tectónicas y a que su costa retrocede por la caída de sedimentos del Nilo, mientras el nivel del mar sube paulatinamente y el agua marina penetra cada vez más en sus cimientos.
Es probable que el ritmo del colapso aumente notablemente si no se adoptan pronto medidas de mitigación
Sara Fouad y Essam Heggy, expertos
Actualmente, el nivel del Mediterráneo en la zona de Alejandría sube de media anual unos 1,5 milímetros, según señala Essam Fouad, un investigador del Instituto de Investigaciones Costeras (CORI) de Egipto. En paralelo, el área de Alejandría se hunde cada año entre 1 y 1,5 milímetros. Y aunque existen variaciones según el barrio, los últimos estudios calculan que la costa alejandrina sufrió una erosión promedio de 3,64 metros cada año entre 2001 y 2021.
Mohamed Abdrabo, director del Centro de Investigación de Alejandría para la Adaptación al Cambio Climático (ARCA), cree, sin embargo, que los resultados contradictorios —y a menudo catastrofistas— de los estudios sobre la subida del nivel del mar provocan que muchos locales sean escépticos. Y considera que otro de los desafíos ante estos cambios tan graduales es que son difíciles de percibir y no suelen generar un gran sentido de urgencia.
“En Egipto damos prioridad al presente”, señala el investigador, que subraya que mucha gente piensa “que alguien ya se encargará de todo esto” cuando sea inevitable. “Si en Alejandría se menciona el cambio climático, la gente empieza a hablar de dos cosas que están empezando a observar: las tormentas e inundaciones de las calles en invierno, [y luego] el verano tan caluroso que tienen que vivir”, comenta.
Un estudio publicado en febrero por la revista científica Earth’s Future, sin embargo, puso el foco en otro efecto tangible: el colapso de viviendas. La investigación analizó el derrumbe de más de 280 edificios en Alejandría entre 2001 y 2021, y concluyó que estos incidentes se están acelerando y están relacionados con la grave erosión de su costa y los aumentos del nivel del mar, de la intrusión de agua marina y del agua subterránea salina.
Hasta ahora, el colapso de edificios en Alejandría ha tendido a vincularse a factores como la falta de mantenimiento y de infraestructuras de aguas residuales. También a unas normativas deficientes y, tras la revolución de 2011, a una expansión urbana descontrolada y a la construcción de viviendas sin permisos. Pero estos factores son comunes con otras ciudades del interior de Egipto donde se han registrado comparativamente menos colapsos.
En Alejandría, la erosión de la costa facilita que se filtre agua de mar en sus acuíferos costeros y que incrementen así los niveles de aguas subterráneas salinas, que alteran la estabilidad del suelo de la ciudad y corroen los cimientos de sus edificios, lo que a la larga aumenta el riesgo de fallos, según el estudio. La mayor frecuencia de ciclones mediterráneos, asociado también al cambio climático, está causando un desgaste adicional sobre los edificios de la ciudad.
“La correlación entre el retroceso de la costa, el hundimiento del suelo y los derrumbes de edificios en Alejandría no fue del todo inesperada, ya que la vulnerabilidad de la región hace tiempo que se reconoce”, apuntan, por correo electrónico, Fouad y Heggy, autores del estudio. “Pero nos sorprendió la magnitud y la escala de las zonas vulnerables a futuros derrumbes”, reconocen.
Durante su investigación observaron que el mayor número de derrumbes de edificios ocurrió en una zona del oeste de la ciudad, el distrito de Gharb, situado a menos de un kilómetro de la costa y precisamente el que sufre una erosión más extrema. El estudio alerta, además, que cerca del 40% de los edificios de Alejandría se encuentran a menos de un kilómetro del mar y que hay 7.000 edificios en la ciudad que corren el riesgo de colapsar. Como mínimo.
La correlación entre el retroceso de la costa, el hundimiento del suelo y los derrumbes de edificios en Alejandría no fue del todo inesperada
Sara Fouad y Essam Heggy, expertos
Además de los fenómenos climáticos, los investigadores achacan parte de la responsabilidad de estos derrumbes a la gestión de las autoridades. “Alejandría ha quedado postrada debido a una mitigación deficiente del cambio climático motivada por su negación”, juzgan Fouad y Heggy. “La causa [de esta crisis] no es solamente la gravedad del cambio climático, sino también su negación entre los responsables políticos y en la opinión pública”, agregan.
Los investigadores han seguido documentando los derrumbes de edificios en Alejandría e indican que entre enero de 2023 y abril de 2025 contabilizaron un total de 43, totales y parciales, que dejaron 32 muertos y 37 heridos. “Confirma las tendencias que predijimos en el estudio, en el sentido de que los incidentes se disparan con el tiempo, a medida que la mitigación se ve superada”, constatan.
Repensar la ciudadLos expertos señalan que Alejandría dispone de varias opciones de adaptación que deberían considerarse conjuntamente para buscar un equilibrio. Entre ellas hay soluciones severas, por ejemplo estructuras como diques, y opciones más suaves, como la rehabilitación de playas y el uso de ecosistemas costeros. También se contempla la adaptación de sus infraestructuras y, en los casos más extremos, una reubicación de los vecinos.
“Si no se interviene, esta creciente vulnerabilidad sumada al envejecimiento de infraestructuras, a un desarrollo urbano excesivo y a la intensificación de presiones climáticas —como la subida del nivel del mar, el aumento de las mareas y tormentas, y la erosión costera—, seguirá socavando la integridad estructural de los edificios a un ritmo acelerado”, pronostican.
Son esenciales estrategias paisajísticas adaptativas que incluyan una planificación urbana proactiva
Sara Fouad y Essam Heggy, expertos
Expertos como Fouad y Heggy consideran que los esfuerzos de rehabilitación de Alejandría están confiando demasiado en respuestas de protección dura, sobre todo con la instalación de rompeolas a lo largo de amplias extensiones de su paseo marítimo. Solo en algunas zonas concretas de la ciudad, incluidas algunas de las más afectadas por la erosión, se están adoptando paralelamente otras respuestas blandas, como la regeneración de las playas.
Abdrabo considera que las autoridades egipcias actúan principalmente de forma “reactiva” a los efectos del cambio climático. Y toma como ejemplo el sistema de drenaje que han empezado a instalar a lo largo del paseo marítimo de la ciudad con motivo del aumento de fuertes lluvias invernales en los últimos años. Estas precipitaciones paralizan en ocasiones la ciudad, pero también ofrecen una fuente de agua adicional a la que se puede dar luego otro uso como el riego.
Fouad y Heggy creen, por su parte, que las autoridades deberían otorgar un mayor peso a enfoques de mitigación basados menos en el cemento y más en el paisaje, incluidas calles verdes. Pero también subrayan que cualquier estrategia debería contemplar una mayor coordinación entre entidades municipales y gubernamentales y la participación activa de los ciudadanos.
EL PAÍS