Reiniciar el sistema corrupto

El caso Cerdán conmociona al país. El jueves, ante la aparición de Pedro Sánchez a las 17,15 horas, las televisiones suspendieron las series de tarde y miles de personas se quedaron sin verlas.

¿Es posible mayor injerencia de la política, del Estado y del partido en la vida normal? La política ya es el principal foco de barullo y agitación inútil, sólo falta que alteren la sagrada rutina.

La indignación se podía palpar. Miles o cientos de miles de personas que dan estabilidad a un país convulso gracias a la ficción de media tarde vieron cómo les alteraban lo más sagrado de una democracia —la inercia del sofá— para asistir de nuevo a una súbita aparición presidencial. Esto no es serio.

La estabilidad del sistema depende en gran parte de las parrillas televisivas, de la seguridad jurídica de que emitirán los capítulos correspondientes.

Así que tras el Gran Apagón (secreto de Estado de facto), ahora se interrumpe el programa por la corrupción, que es la rutina sobrentendida, algo en lo que mejor no pensar. Si hay algo rutinario en España es la corrupción. Por eso los expertos la llaman “sistemática” o “estructural”.

Al fin salió Sánchez en modo emociones. Este enfoque, ya muy ensayado en su semana de ausencia del año pasado cuando el caso Begoña, suple en parte la pérdida de los seriales de la tarde, ya que Sánchez es un actor consumado (y un poco consumido).Está delgado y solo le falta algo de llanto (que sí emitió la presidenta de Navarra, amiga del perillán).

Oh, qué gran decepción. Sánchez convenció a su CIS y describió la hojica de ruta: fuera el corrupto traidor, se pone otra persona… ya en julio, se aceptan candidaturas para la silla que ocuparon Ábalos y Cerdán, se encargará una auditoría externa al partido(que la haga la UCO si acaso, ¡o Bárcenas!)… y así hasta el 2027.

El problema práctico son las obras públicas: cómo van a seguir adelante si se ha roto o interrumpido el mecanismo de enjuague.

Es posible que haya otros mecanismos paralelos y/o dependientes de otras administraciones, pero el bloque Santos se ha parado.

Las mordidas en obra pública y la financiación de partidos y particulares deben de ser un fijo, las comisiones deben estar más o menos estabuladas dentro del sistema, más el IPC.

Desde que Pascual Maragall se atrevió a nombrar en el Parlament de Catalunya el 3% de comisiones refiriéndose a CiU se han hecho muchas obras y todo va bien.

En los negocios tiene que haber una inercia, una rutina. Incluso, o especialmente, en los negocios ilegales ha de haber una “seguridad jurídica” de los maleantes: silencio, discreción, ejecución. ¡Ya vale de grabar!

Es posible que de ahora en adelante los negociadores de estos asuntos deban aprender el lenguaje de signos.

El mayor motivo para que caiga el gobierno Sánchez es que su sistema de contratación de obras públicas ha quedado dañado: se interrumpe la financiación, mucha gente se queda sin el sobre, fallan lealtades… y las empresas no saben a qué atenerse, con quién tratar…Esto no hay país corrupto que lo soporte.

En un ámbito legal, transparente (caso hipotético) se puede reconstruir el sistema de contratación pública después de un shock; pero en el ámbito 3% (o lo que corresponda, que quizá ha subido) es posible que haya cierta demora pues la desconfianza implica fricciones, gastos extra, tiempo. Es lógico que los lugartenientes de los respectivos equipos no quieran arriesgar…al menos hasta que aprendan el lenguaje de signos.

Este impasse de los negocios puede hacer caer a Sánchez más que la pillada de sus máximos colaboradores. A ver quién se atreve a hacer una autovía o a ampliar un aeropuerto.