Regalos a los profesores al final de curso: ¿Tiene sentido que participe toda la clase?

Llegan los últimos días de curso y, con ellos, las propuestas para hacer un regalo a los profesores que han dado clase durante el curso. Pero, lo que comenzó como un detalle, se ha institucionalizado y crea no pocos 'dolores de cabeza' entre las familias.
Chats de padres 'encendidos', debate de presupuestos y un contrarreloj antes de que se acabe la semana para elegir el mejor presente y quién se encarga de comprarlo. Y familias que no están de acuerdo, que se preguntan resignados si hay que hacer o no un regalo de fin de curso a los maestros.
¿Estamos 'mercantilizando' la relación padres-profesores o es una muestra de agradecimiento? ¿Existe un punto medio idóneo entre la cesta llena de viandas y quizás un recuerdo hecho por los niños? Esta es la opinión de la doctora Carmen Martínez Conde, coordinadora académica del Máster Universitario en Orientación Educativa Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
¿Cómo valora usted esta costumbre cada vez más extendida de hacer regalos a los profesores al final del curso? ¿Tiene un valor educativo o simbólico?
Es posible valorar esta costumbre desde dos aspectos bien diferenciados. El primero es el hecho de agradecer, que es algo que nos define como seres humanos. Somos seres relacionales y familiares. Esto nos lleva a pensar en el otro, ponernos en su lugar y dar lo mejor de lo que tenemos. Ser agradecidos con los maestros es algo que todos debemos considerar. La segunda dirección viene delimitada precisamente por cómo mostrarse agradecidos. El hecho de vivir en una sociedad consumista marca unas costumbres que se acercan más al materialismo que al agradecimiento en sí o, al menos, lo distorsiona. También es lógico que además de agradecer se quiera dejar una huella. En este sentido el caso tiene valor como un «gracias» y el recuerdo que se desea fijar en los docentes. Podría, eso sí, ser una oportunidad de aprendizaje del sentido de agradecer y reconocer una labor tan encomiable como es la docencia.
¿Cree que estos regalos, que comenzaron como pequeños gestos de agradecimiento, han perdido su espontaneidad y se han convertido en una especie de obligación social?
Los gestos de agradecimiento a los maestros se han realizado desde épocas pasadas. También, en algunas sociedades, se pagaba el salario en especie. Por costumbre social también existían ese tipo de regalos espontáneos llenos de cariño como una carta escrita de puño y letra o una flor del propio jardín. El hecho de agradecer mediante alimentos o diversos regalos a un profesional de otras ramas es algo que está muy arraigado en nuestra cultura. Seguramente, muchos de nosotros lo hemos visto o incluso, realizado. Es una correspondencia natural a alguien que ha tenido un significado importante en nuestra vida. En el caso de los docentes, médicos y otros especialistas que tanto servicio prestan a las personas y familias, es comprensible que surja la necesidad de querer devolver esa atención y acompañamiento. La gratitud y altruismo es algo que está grabado en nuestra forma de socializar y relacionarnos, por eso reconocemos la ayuda y la agradecemos. A veces delimitar una línea entre gratitud y obligación puede resultar complicado, puesto que la concepción que tenemos tras recibir una ayuda es percibida con cierto sentido del deber.
En muchos casos, los chats de clase se convierten en espacios de presión, discusiones sobre presupuestos y decisiones contrarreloj. ¿Qué impacto puede tener esto en las relaciones entre las familias?
Puede tener un impacto tanto a nivel de relación entre las familias de la clase como a nivel interno de cada una de ellas. Un desacuerdo en las decisiones o tener que compartir un gasto sobrevenido puede ser fuente de conflictos. Lo primero porque, en un grupo diverso formado por varias familias, puede darse la coincidencia de personalidades y formas de entender el mundo muy distintas. Si no se logra un acuerdo común o se aprecia falta de comprensión, puede dar lugar a la división. Es muy importante que en una clase exista unidad, de ahí que la ruptura del grupo pueda tener consecuencias negativas en el entorno. Por otro lado, en cuanto a los conflictos internos, pueden darse sentimientos de incomprensión con respecto al grupo, preocupación por no poder hacer frente a un gasto económico o sentir frustración por no llegar a desarrollar una comunicación asertiva, entre otros.
Desde el punto de vista de la orientación educativa familiar, ¿qué papel deberían jugar los padres en este tipo de iniciativas?
El papel de las familias es fundamental tanto para los hijos, como para las otras familias. Un grupo social puede ser motor de cambio y, por ello, influir positivamente a los demás. Esta influencia puede incluir la educación y vivencia de virtudes como el desprendimiento, el afán de servicio y las ganas de trabajar bien. Cuando en una conversación familiar, por ejemplo, se habla bien del profesor y se reconoce ante los hijos lo que ha significado para ellos como padres y madres, así como el cambio que ha supuesto su docencia en el aprendizaje de los hijos, se está dando un ejemplo de reconocimiento y gratitud. Por eso es tan bueno hablar siempre bien de los demás en el hogar. Otra oportunidad educativa es ser ejemplo real de que en la vida hay que hacer el bien a los demás, sin esperar nada a cambio. Es decir, ser personas que sepan servir realmente y hacer las tareas con un gran sentido de responsabilidad. Por supuesto, también es imprescindible aprender a dar las gracias, lo cual supone reconocer y valorar el esfuerzo que hacen los demás por nosotros. En ocasiones, una forma buena de saber lo que cuesta hacer algo es, precisamente, haciéndolo, de ahí que ser corresponsables en las tareas de casa pueda ser un primer ámbito de aprendizaje acerca de lo que es la gratitud y servicio a los demás.
¿Cómo podemos evitar que un gesto simbólico se convierta en una fuente de conflicto o desigualdad?
Para evitar que un gesto simbólico se convierta en una fuente de conflicto o desigualdad es necesario aprender que hay que estar más pendientes de las personas que de las cosas. También es imprescindible una educación en la que se resalte el esfuerzo como modo de conseguir algo. Esto último es especialmente necesario para dar el valor que tiene el dinero ya que, para conseguirlo, es necesario invertir mucho tiempo y trabajo. El desprendimiento es algo que también debe vivirse en el hogar, ya que es base para poder vivir una verdadera generosidad.
¿Existe el riesgo de «mercantilizar» la relación entre las familias y los docentes al convertir el final de curso en una especie de intercambio material? ¿Cómo podemos preservar el vínculo afectivo y educativo sin que esté mediado por un regalo físico?
El consumismo está muy extendido en nuestra sociedad. Forma parte de un modo de pensar, e incluso de vivir. Por ello, sí se puede considerar que existe un riesgo de mercantilización, especialmente para aquellos individuos que asocien las compras y regalos al éxito personal o al reconocimiento. La mente del consumidor funciona deseando tener siempre algo más de aquello que se consigue, con lo cual nunca se cierra el ciclo de las necesidades. También en nuestra época está muy presente el hábito de fijar momentos especiales a través de lo material. Esto hace que el regalo se convierta en una tradición forzada, carente de sentido, o que pudiera relegar a otras tan antiguas y positivas como escribir una carta de agradecimiento o realizar actos de gratitud. Por otra parte, los maestros merecen agradecimiento a lo largo de todo el curso escolar. Dejar las muestras de cariño y admiración para un solo, y último, día puede dar lugar a la pérdida del significado de aquello que se está regalando. Con esto, lo material podría pasar a ser un mero trámite final de fin de curso.
Para eso, es necesario trabajar en casa aspectos como el respeto por el profesor, entender que un curso académico es una carrera diaria de evolución, valorar el conocimiento y ser personas esforzadas. Además, vivir desapegados de lo material es un modo de prevenir el riesgo de quedarse solamente en lo material. Otro factor de protección es generar un ambiente sano en el hogar que normalice el hablar bien de los demás, sin criticar, mostrando una actitud agradecida de lo que se recibe del prójimo. Algo que también ayuda a preservar este vínculo es mostrar interés por el otro, celebrar los logros tras los esfuerzos, valorar las capacidades del otro y compartir con alegría los hechos positivos del día a día. Esto ayuda a estar contentos con los logros de los demás, vencer el mal de la envidia e ir aprendiendo a saber agradecer con muestras de cariño y afecto.
¿Cuál cree que sería un enfoque equilibrado o saludable para agradecer a los docentes su trabajo a final de curso, teniendo en cuenta la diversidad de situaciones familiares?
Para esto habría que partir de la creación de un entorno de comprensión. Para acercarnos a las diversas necesidades que puede presentar una familia se debe tener en cuenta nuestra capacidad de empatía, de reconocer también las propias imperfecciones y necesidades. En definitiva, es necesario ser naturales y huir de ciertos clichés. Se suele decir que una persona rica no es la que más tiene, sino la que menos cosas necesita. Si la gran mayoría de las personas aplicase este adagio a su vida diaria, se entendería que una persona de éxito sería aquella que tratase bien a los demás, no aquella que más gastase. Entendiendo que el regalo es un bien, se podría considerar entonces que el mejor regalo no es el más caro o rebuscado, sino el que se hace con más amor.
Por último, ¿qué mensaje querría transmitir a las familias que, con buena intención, se enfrentan cada año a este dilema entre el reconocimiento sincero y la presión social?
Toda persona que quiere hacer un buen regalo parte de tener una buena intención. Puede resultar preguntar en el propio centro educativo cuál es su política de regalos. A la vez, es muy positivo que se fomente un ambiente de sano agradecimiento entre las familias. Lo que sucede es que según las historias de vida de cada una y de su situación personal, el acceso a los bienes materiales se ve de una manera determinada. Hay que ser muy prudentes, puesto que podemos estar poniendo en un compromiso tanto a las familias que puedan participar en el regalo o, incluso, en el propio docente que lo recibe. En este sentido, la comprensión, generosidad, sensibilidad y discreción resultan aspectos fundamentales para organizarse y elegir el regalo que, no olvidemos, es uno de los modos buscados con mucho cariño y admiración para reconocer la gran labor que realizan los docentes a lo largo del curso.
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