No son los Cárteles, es el Gobierno
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La semana pasada estuve en Austin, Texas en La Cumbre de la Texas Public Policy Foundation que se celebró del 19 al 21 de este mes y me quedó muy claro que México es número uno en la mente de EE UU, pero también que lo que más les preocupa no son los Cárteles, sino el Gobierno.
La Cumbre contó con la presencia del Gobernador Greg Abbott y de legisladores como Ted Cruz, Chip Roy, Dustin Borrows, Rick Santorum, Lois Kolkhorst, Charles Perry, Pete Flores, David Spiller, y Brian Steil, entre otros, que lideraron conversaciones en torno a temas tan diversos como el agua, la seguridad fronteriza, las elecciones, la litigación constitucional, la educación, y la amenaza china, y en los que de alguna u otra manera México siempre aparecía, incluso casi por reflejo.
El país está tan presente en la psique de su vecino del norte que, aunque fuera de una manera indirecta, fue mencionado en el discurso con el que el Gobernador Abbott inauguró La Cumbre. Lo primero que dijo en cuanto subió al escenario es que “hoy era un día gracioso para volver a cambiarle el nombre al Golfo de México, y que en vez de Golfo de América, debería de llamarse Golfo de Texas”, todos rieron, pero al final el mensaje iba más allá de una broma, y de alguna manera marcó el tono del foro.
El renaciente patriotismo de Estados Unidos republicano, es prácticamente antimexicano para casi todo, y se activa de una manera sobresaliente cuando se tocan temas relacionados con la inmigración y los cárteles de la droga. Así que de poco sirve ser el primer socio comercial, porque a pesar de que para México es importantísimo, en foros como este apenas y se menciona.
De hecho, me dio la impresión de haber estado escuchando entre líneas una versión tropicalizada de aquella frase célebre de Porfirio Diaz con la que los mexicanos expresamos nuestro pesar sobre la relación bilateral con nuestro vecino del norte. Porque aquí no se trataba de “¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”, sino al revés “¡Pobre Estados Unidos, tan lejos de Dios y tan cerca de México!”. Razón por la que “hoy más que nunca” habrían de “¡Recordar El Álamo!”, en palabras de Greg Sindelair, CEO de la Texas Public Policy Foundation, como en el grito de batalla de los texanos durante la Revolución de Texas y la invasión a México en 1848.
Así es que si tomamos por válida la apreciación de Mark Twain de que “la historia no se repite, pero bien que rima”, esto último resulta escalofriante dado el contexto en el que nos encontramos en la relación bilateral, en el que los Cárteles, la soberanía y el patriotismo son los protagonistas.
No es para nada una buena combinación, y otra cosa que también entendí es que los Cárteles bien podrían ser un medio para lograr otro fin. Porque si el gobierno mexicano no responde como ellos esperan y hace valer el Estado de derecho como debe, no dudarán en ejercer una presión diplomática fuerte y declarar a México como un Estado Patrocinador del Terrorismo al igual que a Cuba, Irán, Corea del Norte y Siria.
Esto es lo que hay detrás de la nueva frecuencia de la relación bilateral entre México y Estados Unidos y los planes que tiene la administración de Trump para hacer “Mexico great again”, como se dijo tantas veces en el foro. Porque al final, no son los Cárteles, es el gobierno.
El último en salir, apague la luz.
EL PAÍS