Falacias

Otra vez Tim Golden. Otra vez el mismo libreto. Y otra vez el mismo fracaso. El periodista estadounidense regresa con un nuevo intento por sembrar duda, confusión y escándalo en la vida pública mexicana.
Ahora lanza un reportaje en el cual asegura que 35 personas funcionarias mexicanas, de administraciones pasadas y presentes, tienen presuntos vínculos con el narcotráfico. ¿La fuente? Dos exagentes de la DEA molestos porque México decidió poner orden y limitar el injerencismo extranjero.
No es la primera vez que el periodista lo intenta. En 2020, en plena campaña de desprestigio contra el expresidente Andrés Manuel López Obrador, Golden publicó otra supuesta investigación en la que, sin pruebas, insinuaba la existencia de acuerdos con el crimen organizado. No pasó nada, porque no había nada, como ahora.
Quien revise con seriedad el contenido del nuevo reportaje encontrará la misma receta de siempre: acusaciones graves, fuentes anónimas o con claros intereses políticos, documentos fuera de contexto y un oportunismo burdo a manera de periodismo.
Lo que sí hay, y en abundancia, es la intención de golpetear políticamente. ¿Por qué justo ahora, justo cuando la presidenta Claudia Sheinbaum goza de altos niveles de popularidad y de aprobación de su mandato, y justo a unos días de que se lleve a cabo la elección democrática —por primera vez en la historia reciente— del Poder Judicial?
La respuesta es simple: porque a los sectores conservadores no les conviene que México siga avanzando en la transformación sin someterse a los viejos poderes. Les incomoda una mandataria que fue electa con legitimidad histórica, una mujer firme y preparada que no se doblega ante chantajes ni campañas sucias.
Les molesta que la 4T siga creciendo en respaldo popular; que el país tenga rumbo; que se mantenga el compromiso con la construcción de la paz, con la justicia social y el bienestar del pueblo; pero les ha salido el tiro por la culata.
Mientras algunos medios amplifican sin sentido crítico las afirmaciones de Golden, la Presidenta ha sido clara y contundente: en su Gobierno no se protegerá a nadie que tenga vínculos con el crimen, pero tampoco se tolerarán acusaciones sin sustento. No se caerá en el juego de los rumores, como tampoco se admitirá que se ensucie la lucha por un México más justo.
Las y los mexicanos ya no se dejan engañar tan fácilmente. No estamos en 2006 ni en 2012. Ahora hay un pueblo informado, consciente, que sabe distinguir entre la crítica legítima y la guerra sucia. Lo que buscan estos reportajes es debilitar a un Gobierno que no se somete. Pero cada ataque sin pruebas fortalece aún más la confianza del pueblo en un proyecto sólido de nación.
Tim Golden puede seguir escribiendo ficción, mientras la 4T sigue haciendo historia.
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