Elia Barceló concluye su saga de crímenes en Santa Rita: "En mis novelas solo mato hombres y es porque se lo merecen"

Santa Rita echa el cierre. Esa casona mediterránea donde los secretos se han escondido con el mismo celo con el que crecen las buganvillas, ha albergado cuatro novelas nacidas en la imaginación de la escritora Elia Barceló. Una tetralogía que llega a su fin con Cita con la muerte (Rocaeditorial), situada en pleno invierno y donde los habitantes del balneario de la sagaz y nonagenaria Sophia O´Rourke investigarán el asesinato de maltratador. Antes de este, Barceló, nacida en Elda en 1957, situó sus crímenes literarios en el verano, la primavera y el otoño hasta completar una saga de noir paradójicamente, lleno de luz y de sonidos marinos. Porque Barceló, que vive a caballo entre el verano español y el frío austríaco, practica un género negro, nada visceral, aunque un muerto es siempre una cosa seria, dice. Deudora confesa de Agatha Christie, su novela se titula igual que una de la británica. La trayectoria de Barceló, que comenzó escribiendo fantasía y ciencia ficción y es Premio Nacional de Literatura Juvenil por El efecto Frankenstein, acumula más de 30 títulos y 90 relatos y ha sido traducida a 24 idiomas. Algunas de sus piezas han sido trasladas al cine y a la televisión. Jubilada ya de la docencia universitaria en Austria (donde reside con su marido, sus dos hijos y sus dos nietos), ahora se dedica por entero a alimentar su prolífica obra, a razón de un título al año. Muerte en Santa Rita, Amores que matan y La soga de cristal han sido, junto con la última Cita con la muerte, una fuente inagotable de misterio e hipnotismo. Y, en particular, suponen el reflejo de la mentalidad feminista y reivindicativa de su autora.
¿Siente cierta orfandad ante el final de su saga, como si los hijos se independizaran?Hombre, da un poco de pena cerrar la puerta cuando sabes que la cierras para siempre. Pero también sabes que ellos, los personajes, se quedan dentro, que tú puedes volver siempre que quieras a visitarlos. Y dentro de mí siguen viviendo, los he querido mucho, los sigo queriendo mucho. Han sido casi cinco años y cuando tienes ese tiempo dentro de la cabeza, pues da mucha pena. Es como cuando antiguamente ibas al puerto a despedir a alguien que se iba muy lejos y sabías que a lo mejor nunca más los volvías a ver. Pero como te surgen nuevas ideas y tienes ganas de hacer otras cosas... pues está bien.
Es decir, que cierra esa puerta bien cerrada pero ya está abriendo otra.La saga ya está, son cuatro estaciones y no hay más. Una señora muy simpática en un club de lectura me dijo, 'bueno, pero los meses son doce' (risas). En cuanto a las ideas, quiero volver a uno de mis temas básicos, que es la cuestión de los secretos familiares que marcan a las generaciones posteriores, descubrimientos... Y también trabajar sobre nuestro país en los últimos cuarenta años. Luego, no sé, si durante el verano me sale una idea fulgurante que opaca esta, pues me pongo con la nueva. Yo hago esas cosas.
También había secretos, y muchos, en esta serie que finaliza. Para la próxima, ¿habla de realismo o de fantasía, otro de sus géneros predilectos?Es de adultos y no es fantástico. Estoy en otra fantástica, que empecé el año pasado y que la tuve que dejar porque tenía otras cosas que hacer. Y que a lo mejor termino esa y luego me voy a otra, ya se verá.
Me gusta enfrentar a mis personajes con cosas inesperadas y ver su reacción. No tienes que creer en vampiros para escribir de ellos
Usted fue de las primeras autoras que empezó a hacer literatura fantástica, cuando aquí apenas se trataba. ¿Se siente pionera?(Risas). Si lo pienso, sí, pero es que no lo suelo pensar mucho. Como siempre he sido así, nunca me ha parecido que estaba haciendo algo especial. Siempre he tenido la idea de que lo fantástico forma parte de la vida y que no es nada raro, ni especial, ni inventado. Lo que pasa es que nosotros solo tenemos cinco sentidos para darnos cuenta de la realidad que nos rodea, pero yo estoy convencida de que hay más cosas que nosotros no captamos. Entonces, me gusta el género fantástico por lo que tiene de desafío y lo que tiene de disparadero de una reflexión. Me gusta enfrentar a mis personajes con cosas que no se esperan y ver cómo reaccionan. La reacción es totalmente realista, pero el disparador puede ser un fantasma, o un vampiro... No tienes que creer en vampiros para escribir de vampiros porque la gracia es cómo reacciona uno frente a algo que no se espera o que no le parece posible.
¿Por eso escribe uno? ¿Por inventarse algo que no existe?Bueno, los vampiros que chupan sangre sabemos que no existen. Hay otros que sí existen: gente que chupa energía, que chupa luz, que chupa de todo. Y que son muy, muy peligrosos.
No existe el crimen amable, todos son una bestialidad, aunque pasen entre buganvillas
Volviendo a Cita con la muerte, creo que le molesta que se diga que lo suyo es cozy crime, es decir, crimen amable. ¿Por qué?Es que creo que el cozy crime no recoge lo que estoy haciendo. Porque no son así, dulces ancianitas con los dulces y el arsénico. Los problemas que muestro en Santa Rita y los crímenes que muestro en Santa Rita son perfectamente serios y bestiales, todo crimen es una bestialidad. El que el crimen tenga lugar entre rosas y buganvillas no le quita ninguna salvajada al crimen en sí. Siempre que tú decides quitarle la vida a una persona, la cosa es seria. Lo que pasa es que el estilo puede ser más suave, tener toques de humor. No todo el mundo está deprimido y es alcohólico. Hablo del investigador y del aparato policial que conocemos de las novelas negras, donde siempre es de noche, comen basura, son alcohólicos... Los policías normales son gente como cualquiera, que hace bien su trabajo, pero que no se obsesionan ni destruyen su familia para resolver un caso. Que cuando salen de turno se van con los amigos a tomarse unas cañas. Jolín, gente normal. Por eso en mis novelas, pongo personajes normales y muchos dicen que es cozy, amable. Pues a mí me parece perfectamente realista, que la gente se ría, se pelee, se tome una caña, tenga un día cruzado y le conteste mal al jefe o luego ve que hace falta su ayuda y lo hace... Es la vida.

Hay muchas novelas en las que los detalles son cada vez más asquerosos y repugnantes. Dicen que vende, pues a descuartizar
La novela negra, ¿vive un éxito desmesurado y peligroso?Bueno, hay muchos clichés, muchas repeticiones. Una cosa que a mí personalmente me parece una barbaridad, es que hay muchas novelas en las que los detalles son cada vez más asquerosos y repugnantes. Y lo que se le hace a las víctimas, que además, siempre son mujeres, es peor. Y las torturas, y el arrancarles la piel, grabarles nombres a cuchillo en vivo... Están inventándose cosas cada vez más asquerosas. Al parecer, hay un público que lo recibe y lo agradece. Es lamentable porque da la sensación de que estamos creando una sociedad, y no solo en la novela, en que cuanto más fea y agradable y pasada es una noticia, tantos más clics tiene. Claro, los periodistas ponen la mayor guarrada que se encuentran para tener clics. Y los novelistas dicen 'pues en esta que fue tan cochina y tuve tanto éxito, tengo que hacer algo que sea más cochino aún'. Yo no hago esas cosas porque a mí, personalmente, no me gustan, ni como lectora ni como escritora.
Y si dependiera de este giro su éxito, ¿aceptaría ese cambio de registro?No, no, no. Yo soy quien soy y hago lo que hago y pienso y lo que pienso. Y además, tengo una edad que, chica, cómo te diría. Yo como todos los días y como bien. Yo no necesito venderme para sobrevivir. He tenido un trabajo muy decente y correcto que me permitía pagar las facturas. Y eso me permitió la libertad de escribir siempre. Yo era profesora de universidad y tenía un 62% de plaza. Y cada vez que me la ofrecían completa decía, 'no, gracias' porque si no, no habría tenido tiempo de escribir. Con eso me pagué mi libertad siempre. He escrito lo que yo he querido escribir. Porque yo comprendo que cuando hay personas que dependen solo de lo que escriben, que estén muertas de miedo. Que digan 'si la próxima novela no funciona, yo cómo pago el piso'. Entonces ven que se lleva el descuartizar, pues a descuartizar.

Sus personajes viven en comunidad, un concepto, ahora que lo de la vivienda está tan difícil, que parece o en desuso o que esconde vidas turbias. ¿Plantea una lectura subliminal con esta idea?Lo de la vivienda no lo había pensado tanto. Lo había pensado por los personajes universitarios que narro, que no tienen un duro y que gracias a que viven en Santa Rita pueden permitirse ir a la Universidad y comer todos los días. Y a cambio, trabajan y ayudan. Lo que sí era importante era ofrecer esa chispa de esperanza. Yo sé que es una utopía y que lo más probable esto no se pueda hacer realidad. Pero es una manera de mostrar que queriendo, con voluntad, se pueden mejorar muchas cosas. Jóvenes y viejos pueden vivir juntos en armonía y alegría y se puede hacer que colaborar sea posible y que la solidaridad ayude a que la vida sea mejor, a que la gente esté mejor consigo misma. No decir 'solo yo', todo egoísmo, yo y yo. Ceder, colaborar...
Alicia Giménez Barlett y yo somos de la generación que tenía que hablar tan mal como los hombres para evolucionar
Esta forma de vida es posible gracias a la generosidad de la protagonista, Sophia O´Rourke. ¿Ha conocido a mucha gente buena Elia Barceló?Yo tengo que decir que con los años me he ido dando cuenta de que he tenido una suerte infinita. Siempre pensé que lo mío era lo normal: tener una familia que te quiere, te ayuda y te protege era normal. Que estar con amigos agradables que no te traicionan era normal. Que tener una pareja de la que te puedes fiar al 100% era normal. Y ahora me voy dando cuenta de que, jolín, hay gente que no ha tenido tanta suerte. Entonces, yo saco de mi propia experiencia. De que los hombres que he conocido eran muy buena gente. De que estaba a gusto en los lugares donde estaba. Bueno, en la parte universitaria había unos cuantos que no eran precisamente agradables, pero siempre lo apartaba (risas). Y además eso pasó. Cuando uno está tan amargado y tiene tan mala leche, pienso que no es normal.
Su optimismo traspasa sus novelas, desde luego.Supongo. Ahora me siento optimista y positiva. Hubo una época en la que pensaba de mí 'eres tonta del culo, chica'. Y tengo una amiga que de vez en cuanto que me dice 'eres tan inocente que duele'. Pues bueno (risas). Y tengo otra amiga que me dice 'no te digas nunca cosas malas' porque eso te va calando. Las palabras tienen efecto. Aunque yo no soy de decir 'córcholis' ni 'cáspita'.
Alicia Giménez Bartlett, que es otra autora de 'noir' destacada, tampoco es partidaria de palabras suaves, prefiere las gruesas. ¿Es generacional esto?Sí, Alicia también es muy bruta (risas). Quiero decir en la expresión. Es que Alicia y yo somos de la misma quinta más o menos. En nuestra época a las chicas nos habían educado para ser finas y elegantes, para no decir palabrotas. Para ser correctas y amables. Para nosotras, un desarrollo positivo fue aprender a hablar tan mal como los hombres. O sea poder decir 'joder' y no ponernos coloradas. Para nosotras fue una conquista. Ahora, como ya no se lleva... los periodistas jóvenes pensarán 'qué barbaridades dice esta mujer'. Por eso hay que explicarlo: esto nos costó mucho de conseguir.
Mis libros siempre tienen mensaje porque estoy convencida de que cualquier pensamiento, obra o palabra es político
La prosa de Barceló, ¿contiene mensajes voluntariamente o es mejor evitarlos?Quien no los mete es por si se le va el público. Para muchas personas lo ideal es no tener opinión ni de política, ni de religión, ni de fútbol, para no pelearte con nadie. Si tú dices que tal cosa es mala y los lectores de esa parte política no te compran, pues te quedas sin lectores. Mis novelas siempre tienen mensaje, porque yo estoy convencida de que cualquier pensamiento, acto o palabra es político. Tú no puedes tener una obra hecha de palabras que no lo sea. A mí me parece personalmente una barbaridad que pienses de una manera y en tus libros no se te note, o lo hagas al revés porque está de moda o no quieres comprometerte. Por eso, yo he dejado de leer a mucha gente a lo largo de mi vida. Yo había leído novelas que me habían gustado y cuando conocí a sus autores me di cuenta de que todo era mentira, que esa persona no era así en su día a día.
¿Es difícil mantener esa coherencia en este trabajo tan creativo?A mí no me lo parece. Se trata simplemente de expresar lo que tú sientes. Yo, como lectora, me intereso por ver el mundo con otros ojos. Con alguno libros estoy de acuerdo, con otros noto que me abren camino y en los últimos digo 'a este tío se le ha ido la olla por completo'. Y no lo vuelvo a leer. Para eso está la literatura, y el ser auténtico es un valor. Como lectora he dejado muchos libros sin terminar. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que es imposible leer ni siquiera el 10% de lo que sale de tu género favorito. Lo que haces es elegir lo que crees que te va a aportar algo. Y si no es así, lo dejas. Ni el libro es para ti, ni tú eres para ese libro. Lo que hago es que le doy a cualquier novela el 10% de su extensión total. Si hasta ahí tengo la sensación de que no, pues lo dejo.

De nuevo hablamos de sus personajes. ¿Se ha encariñado también de los malos o solo es posible querer a los buenos?Con los malos... menos. Además, me los cargo bastante rápido. Y se lo habían ganado. En la serie, una cosa que he hecho a propósito es no matar mujeres. Estoy harta de que maten mujeres en las novelas y sobre todo jóvenes y guapas. He matado hombres que, de alguna manera, se lo han merecido y ganado. Pero con delitos por los que no puedes ir a la policía. Por ejemplo, cuando tu marido te ha estafado la vida, no puedes ir a contarlo: 'me prometió la vasectomía y no se la hizo y como ha tenido un hijo con otra...'. No puedes ir a protestar a ningún sitio. 'Más tonta tú, que le regalaste eso y aquello', te dirán.
Llevamos un par de milenios donde los únicos que tenían voz eran los hombres. Hoy se sigue asesinando mujeres
Esta actitud tan rotunda sobre las mujeres, ¿no le preocupa que le dé críticas o problemas?No me da ningún miedo. Piensa que llevamos un par de milenios donde los únicos que tenían voz eran los hombres. Las mujeres siempre estaban por debajo. Siempre hemos sido las víctimas. Hoy se sigue asesinando mujeres y a mí me parece que no lo hemos conseguido todo. Tenemos perfecto derecho a la igualdad y queremos que no nos maten por la calle. Si hay personas que no les apetece leer eso o piensan que pesada es esta señora, pues que lean otra cosa, como noticias de fútbol, que eso mola mucho.
La Feria del Libro es una cita asidua para usted desde hace ocho años. ¿Cómo la ha vivido en esta edición?Una cosa que me gusta muchísimo es darme cuenta de que se compran muchos libros y se leen. De verdad hay lectores. La prensa se pasa todo el año protestando de que en España no se lee. No es verdad, y los jóvenes leen mucho. Y los jubilados. Eso me calienta el corazón. No se va a perder la lectura porque haya plataformas y programas de televisión. Y me encanta conocer gente que efectiva y tridimensionalmente han leído lo que yo escribo. Y que tienen opiniones. Me da mucho oxígeno para seguir, porque ser escritor es una cosa bastante solitaria. No solo hay cifras, hay personas. Te da un subidón.
Los crímenes se pueden dar en cualquier momento. Eso de que cuanto más oscuro más miedo se pasa no es verdad
¿Es la estación del invierno, necesariamente, la más sangrienta para la novela negra?Este libro con el que cierro es invierno, pero aun así es luminoso. Los crímenes se pueden dar en cualquier momento, igual que el terror puede venir con luz y sin ella. Eso de que cuanto más oscuro más miedo se pasa, no es verdad. Puedes tener un auténtico horror a plena luz del día. Es la herencia de los románticos. Es igual de triste aunque salga el sol, si has perdido a alguien.
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