Schöneberg, Kultpizzeria: Cómo una mesa tambaleante me enseñó una lección de vida – Comentario
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Schöneberg , pizzería de culto. El amigo ya estaba sentado en una mesa para dos cuando llegué, como de costumbre, unos minutos tarde. Lo que noté inmediatamente: La mesa se tambaleaba. Recurrí al método probado de doblar una servilleta y deslizarla debajo de la base cuadrada de la mesa, que se fusionaba con la columna central sobre la que descansaba el tablero de la mesa. Resultado: el temblor empeoró aún más. La causa de la inestabilidad no parecía ser que la mesa estuviera sobre un terreno irregular. Estaba temblando por dentro. Nos trasladamos a la siguiente mesa.
El restaurante se llenó rápidamente y dos jóvenes se sentaron en la mesa del problema. Pronto también se dieron cuenta de que la mesa se tambaleaba. Me identifiqué inmediatamente con ellos: “Estábamos sentados aquí y cambiamos”, dije. Ellos se rieron. Esta opción ya no estaba disponible para ellos porque no quedaban mesas libres. El buen humor se mantuvo incluso cuando les trajeron la comida (ambos habían pedido pizza) y tuvieron que hacer fuerza para cortarla, lo que hizo que la mesa temblara aún más. Dominaron esta tarea brillantemente, parecían considerarla un desafío y no dejaban de mirarnos exigiendo reconocimiento. No escatimamos en buena voluntad y elogios.
El hombre en la mesa tambaleante parecía desesperado.Todavía estábamos sentados cuando un nuevo invitado se sentó en la mesa tambaleante. Él también se dio cuenta pronto de cuál era el problema. Pero de qué manera tan diferente lo afrontó. Primero le hizo señas a un camarero, un hombre con pendientes y el pelo atado en una cola de caballo, que hizo un intento poco entusiasta de detener el temblor moviendo mi servilleta, que todavía estaba bajo mi pie, a otros lugares. Pero eso no cambió nada. Sin embargo, no estaba en absoluto arrepentido ni trataba de complacer al invitado. Con adorable arrogancia se encogió de hombros y se fue. El joven parecía desesperado. Nuevamente hizo un gesto al camarero para que se acercara y le preguntó, visiblemente intimidado, si podía sentarse en otra mesa, ya que no podía quedarse allí. Se le permitió hacerlo.
La lección de vida: Qué manera tan diferente se pueden afrontar los desafíos que la existencia nos presenta, pensé. Y cuánto mejor se pueden solucionar con una actitud positiva.
Berliner-zeitung